Budapest nos sorprendió porque es de esos lugares a los que
vas sin esperar demasiado.
Hay muchas cosas que podríamos contaros, pero en vuestra
visita a la ciudad debéis visitar alguno de sus balnearios. Széchenyi es
nuestro preferido; enclavado además en una zona idílica junto a monumentos,
pistas de patinaje y un castillo de
ensueño.
#Vídeo de La Aventura de Juls en los Baños de Szechenyi.
#Vídeo de La Aventura de Juls en los Baños de Szechenyi.
En nuestro viaje planificado para Junio (podéis ver el post en la sección Junio), las entradas al balneario de Széchenyi
están incluidas.
Se abrió en 1881, sufriendo multitud de renovaciones hasta
hoy en día.
Cuenta con 15 piscinas, 12 interiores y 3 al aire libre.
Espectaculares! Además de recintos de sauna y masajes, vestuarios colectivos e
individuales, taquillas, secadores de pelo, horario extenso y una limpieza más
que destacable.
En la parte interior nos encontramos con piscinas a distinta
temperatura, de diferentes tamaños,
desperdigadas por todo el edificio. Todas
las zonas cuentan con bancos para dejar toallas, chanclas y demás.
Sin duda, la parte exterior es la que impresiona. Tres
piscinas a 37º, con una temperatura exterior que ronda los 0º, dependiendo de
la temporada y la hora en que visitemos Széchenyi.
Tableros de ajedrez dentro de las piscinas, una zona de
jacuzzi y otra de corrientes…
Es increíble la arquitectura del lugar, la iluminación
cuando cae la tarde y se oscurece la ciudad, el frío exterior y el contraste
con lo a gusto que se está dentro del agua... Y la niebla que genera el choque de
ambas temperaturas, que le da ese toque fascinante al lugar.
Abren hasta tarde y os recomendamos disfrutarlo con tiempo, pero siempre pudiendo aprovechar la zona exterior cuando el sol haya caído.
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