5 de agosto de 2014

Viena (Austria) - Febrero 2014

Aprovechando que estábamos en Budapest nos escapamos dos días a Viena.
La sobria e imponente ciudad nos esperaba, no tan cálida como Budapest, pero sí con mil historias que contarnos.

En la misma estación de trenes de Budapest Keleti compramos los billetes ida y vuelta a la capital austríaca.
Su precio, 8,845HUF - 28€ aprox. ida y vuelta. Hay muchos trenes a cada rato, y el billete se compra con la vuelta abierta hasta un máximo de 4 días. Nosotros viajamos el día 1 de febrero y aunque nos volvimos el día 3 podríamos haber vuelto un día mas tarde.
Los trenes están separados en clases y supuestamente los asientos son numerados, pero la verdad es que es un poco descontrol y acaban echándote de tu asiento a la primera de cambio. A la ida "visitamos" todos los vagones... a la vuelta, por suerte, el tren iba medio vacío y viajamos sin más traqueteo que el del propio tren.
Las características son similares a un Talgo.

Llegamos a Viena y dejamos las maletas en nuestro Hotel, alejado del centro pero a 10 minutos de una parada de metro, y eso sí, un hotelazo que conseguimos a un precio increíble en Booking.

El PentaHotel impresiona al entrar por su iluminación y su chulísima decoración; las habitaciones son grandes, modernas y con mil detalles. Lo recomendamos siempre y cuando haya alguna buena oferta, sino el presupuesto se dispara. Nosotros pagamos 80,10€ las dos noches; un precio muy bueno para el tipo de hotel que era, a pesar de no ser céntrico.

En Viena hay mil monumentos y palacios que ver. Enumerarlos se haría muy pesado, pero guía en mano, o pidiendo información en cualquier oficina turística o en el propio hotel, podéis ir decidiendo sobre la marcha qué ver. Si queréis entrar a todos los palacios y museos, además de preparar la cartera, tenéis qe tener mucho tiempo.
Nosotros optamos por visitar aquello que más nos llamaba la atención, y eso sí, pasear y patearnos la ciudad, a pesar del frío, de punta a punta.
No os perdáis el mercado medieval y los paseos entre palacios.

Comer y moverse en Viena es más caro que en Budapest y que en España, pero nada desorbitado.
Moverse en metro o bus con una tarjeta diaria que vale para ambas cosas es la mejor opción.

¿El mejor plan para nosotros? La visita al Musikverein. Compramos las entradas desde Madrid para un concierto que resultó ser increíble por 5€. 
Las butacas, incluso las que estaban justo delante nuestra, son caras. Pero para cada concierto ponen a la venta unas entradas tipo "gallinero", sin numerar.
Habíamo leído que la gente se mataba por ellas y que coger sitio era imposible...
Nosotros llegamos con tiempo, dimos una vuelta por las zonas abiertas del teatro y esperamos a que nuestra zona abriese; entramos y estuvimos en la primera fila. Eso sí, no hay asientos, aunque mucha gente se sienta en el suelo, pero se ve todo perfectamente y se oye mejor que en cualquier otro sitio del Teatro.

No dudéis en comprar estas entradas porque pagar más es absurdo. La distancia que veis en la foto de la derecha es a la que realmente estábamos. Además está todo a una sola altura, con lo cual, se ve perfectamente. Una acústica impresionante y un lugar mítico que no se olvida.


Para comer en Viena, hay de todo. Nosotros descubrimos una cadena de pizzas y pasta a muy buen precio con un sistema de atención y servicio un tanto diferente, Vapiano. Si localizáis alguno de estos restaurantes en vuestro paseo, probadlo. Pizzas buenas, buenos precios y una decoración muy cuidada.






La mañana de nuestro tercer día en Viena volvimos al tren, para irnos de vuelta a Budapest y coger el avión que nos llevaba a Madrid.
Viena, ciudad cultural donde las haya, no sorprende (sobre todo si ya habéis visitado otras ciudades europeas), pero impone.


Image and video hosting by TinyPic


No hay comentarios:

Publicar un comentario