21 de mayo de 2014

Jordania. Día 3: Wadi Rum - Dic. 2012

Hace unas semanas, en nuestra visita a Buenos Aires, un amigo nos preguntó:
¿Porqué destacáis de entre vuestros viajes el desierto, si no hay nada? -


Exactamente, nada. Un horizonte de arena y montañas, miles de historias escondidas entre dunas, piedras colocadas estratégicamente hace siglos, y que nadie ha tocado, sonidos de viento y animales que parecen de parque temático, atardeceres impresionantes para uno mismo, estrellas infinitas, incontables, que en otro sitio nunca podríamos ver... Todo y nada, así es Wadi Rum.



Rum
Llegamos con nuestro taxi desde Aqaba a la entrada del pueblo de Rum (1h de viaje). Allí nos estaba esperando uno de los guías que trabajaba para el Campamento Bedouin Lifestyle. Excursión y alojamiento que habíamos contratado desde Madrid.

El guía no llevó hasta la casa de Attallah que nos explicó todo, y desde ahí partimos.
Fuimos solos en jeep, con dos guías beduinos.
4hs de recorrido con guías + alojamiento en el desierto en tiendas con camas y luz + cena y desayuno -
55€ por persona.

Ir por el desierto en un jeep, practicamente solos, es impresionante.
Conocíamos el desierto de Errachidia de Marruecos, pero Wadi Rum nos sorprendió aún más.
Sus historias, sus ruinas, todo su legado, trasciende, y uno de repente se siente Lawrence de Arabia, dueño del mundo.



En nuestro trayecto sólo vimos algún que otro jeep a lo lejos, salvo aquel que nos cruzamos, tirado en mitad de la nada, con dos turistas americanos, y al que ayudamos a arrancar entre todos.


La distancia del pueblo al campamento son unos 10km, pero el recorrido, con paradas y sandboard incluído, dura unas 3h30'.

Ya en el campamento nos esperaba una habitación con dos camas, mantas, toallas, luz y hasta mesita de noche. Baños y duchas de agua fría, eso sí.

Cuando llegas, el atardecer ya está asomando y son los mismos guías quienes te dicen que no debes perdértelo. Los cambios de color que sufren las rocas y la arena, el silencio y la nada absoluta es algo mágico. Las fotos, sin retocar, lo dicen todo.


Tras esto, la cena. Fuego bajo techo, comidas preparadas por ellos (pollo, arroz, ensaladas, pan...), té a mansalva y charlas, muchas charlas con los guías y, en esta ocasión, con dos turistas más que se encontraban allí de retiro.
A la hora de dormir el generador se apaga y ya no hay luz en todo el campamento. Pero no importa, ir a los baños en mitad de la noche, a oscuras, es toda una aventura.
Sonidos lejanos de pájaros y animales que nunca descubriremos qué son...

Nosotros estuvimos a principios de Diciembre y no pasamos nada de frío en el campamento. Para el camino en jeep protegeos del sol, y para la vuelta al pueblo, a la mañana siguiente, llevad algo de abrigo porque se sale muy temprano y las temperaturas bajan mucho.

Por la mañana, desayuno con pan, mermelada, galletas, yogur, té... Ducha fría y de nuevo al jeep.
Atthallah nos reserva el bus que saldrá, a nuestra llegada al pueblo, en dirección a Petra.
De vuelta a Rum en el jeep, en silencio, un último vistazo a esa infinita imagen que lo es todo, sin tener nada...



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